...es muy grande la tristeza que siento y que sentimos todos en la familia, cada quien a su manera, cada quien según el tiempo que tuvo la suerte de conocerlo, cada quien a su forma de pensar, cada quien según sus creencias. Lo cierto es que deja un hueco grande, pero también así de grande es la huella, la marca que deja en cada uno de nosotros y eso no se paga con nada. No nos alcanzara el tiempo para darle las gracias.
Por eso me atrevo a escribir estas líneas… difíciles, pero a manera de un pequeño homenaje a ti Manuel, Padre, Abuelo, Esposo, amigo…
Son tantas las tardes que pasamos juntos, tantas platicas de tu vida, relatos muy interesantes que me ayudaron a comprender más de ti, a conocerte más, en fin tantos son los recuerdos que tengo, buenos y malos, pero que en conjunto formaron parte de ese maravilloso tiempo que nos regalaste.
Pero hay uno que me llevare conmigo hasta la tumba, lo que reste de vida… y que quiero compartirlo.
Como olvidar esas tardes de cartas, al principio te negaste a jugar con nosotros, ¿porque?, Por ese carácter tuyo, duro que a veces no expresaba lo que en realidad querías decir, recuerdo vagamente tus palabras cuando te invitamos a jugar la primera vez, “No que va yo no juego con principiantes”, o perdedores no recuerdo bien. Pero un día de tantos por fin te animaste, no sabes el gusto tan grande, inmenso que nos dio, aunque tampoco supimos expresártelo, tonto de mi.
A partir de ese día esperabas ansioso la tarde de cartas esas donde comíamos y jugábamos, en definitiva pasábamos un rato feliz, una vez dijiste que era tu única diversión, ¿Sabes lo feliz que me hiciste en ese momento?, por idiota nunca te lo dije.
Pero ese momento nuestro, intimo, me lo llevo en el corazón, hasta el último día de mi vida.
Un día de esos lo recordare como el mas maravilloso que tuvimos, uno de esos que no se pagan con nada, uno de esos por lo que valió la pena vivir, uno de esos por los que te recordare por siempre.
Ese día en especial el juego se puso muy bueno, estaba muy parejo podíamos ganar cualquiera de los tres, Tú esperabas una carta, David esperaba una carta y yo esperaba una carta. Sacábamos cartas, una tras otra y no salía la carta ganadora para nadie, la concentración de los tres al máximo y en eso sacas la carta, la vez y sueltas la carcajada más estruendosa que te vi en mi vida, esa sonrisa nunca la olvidare, la más sincera, la más espontanea…
Recuerdo que mi Tía Guadalupe te dijo desde la cocina, “ ¿que risa es esa? En tono de broma, de sorpresa”, nos sorprendió a todos felizmente. Habías ganado, era tu carta ¡¡¡ pero ese día en realidad ganamos nosotros porque presenciamos la mejor parte de ti.
Al regreso al trabajo platicamos David y yo lo sucedido y reímos al recordarlo, así la tarde termino perfecta.
Después dejamos de jugar juntos, los motivos muchos, todos insignificantes a la distancia, pero cada que juegue de nuevo, estarás en tu lugar, en tu silla, en tu sitio, en mi mente, en mi corazón. Y como siempre con la mano ganadora, porque eres mi abuelo y eso nadie me lo quitara jamás.
Ya jugaremos de nuevo, allá, cuando nos reunamos de nuevo. Hasta pronto, Por siempre te amo¡¡¡
Lloro… Pero por ti sonreire, por nuestra familia, por mi abuelita, pero déjame llorar más tiempo tu ausencia…
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